Porque mis pensamientos no son los de ustedes, ni sus caminos son los míos —afirma el Señor—. Mis caminos y mis pensamientos son más altos que los de ustedes; ¡más altos que los cielos sobre la tierra! Isaías 55:8-9
La historia de un joven de trece años llenó las primeras planas de los periódicos londinenses. Resulta que ese niño de 13 años fue alcanzado por un rayo a los 13 minutos de la una de la tarde (en tiempo militar son las 13 horas), un viernes 13.
La gente se empezaba a hablar sobre la increíble falta de suerte del jovencito, quien tenía tantos treces en su vida.
Si bien es cierto que el hecho que a uno le caiga un rayo no es algo bueno, cuando leí la historia no pude dejar de pensar que todos estaban equivocados. Para mí, ese joven no carece de suerte, sino que es increíblemente bendito. Porque, si bien fue llevado al hospital, tan sólo fue tratado por una quemadura MENOR.
Aun cuando no sé cuáles son las probabilidades de sobrevivir a un rayo, creo que cualquiera que lo hace debe caer de rodillas ante el Señor y darle gracias por haberle salvado.
En realidad, esta forma de pensar se debe aplicar a toda circunstancia. ¿Alguna vez se le bajo un neumático del auto? ¿Cómo reaccionó? ¿Se molestó por su mala suerte, o le dio gracias al Señor porque quizás lo salvó de una situación peor?
La respuesta que dé dependerá de cómo vea usted al Señor. ¿Es él bueno o malo?
En el caso del jovencito de nuestra historia, y por lo que yo conozco de Dios, debo creer que Él estaba reservando a ese niño para algo… no sé para qué… pero algo. Así como él nos reserva a nosotros.
ORACIÓN: Señor Dios, con mucha frecuencia llegamos a conclusiones equivocadas al pensar que “tienes algo contra nosotros”. Ayúdanos a madurar en la fe para que reconozcamos en toda situación que tú nos cuidas siempre. En el nombre de Jesús. Amén.
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