Hijo mío, si los pecadores quieren engañarte, no vayas con ellos. – Proverbios 1:10
Por todos lados en las oficinas de Cristo Para Todas Las Naciones encontramos carteles que nos dice que debemos toser cubriéndonos la boca.
Se supone que debemos toser en nuestro brazo. Aparentemente es más higiénico.
Pero no creo que toser en el brazo evite el problema de “contagio”. Resulta que tres universidades han descubierto que, cuando una pareja se divorcia, aumenta el promedio de divorcios entre quienes les rodean.
Según los estudios realizados por estas Universidades, parece que el divorcio puede ser contagioso. Los psicólogos lo llaman “divorcio grupal”. Esto quiere decir que, si algún conocido suyo se divorcia, las posibilidades de que usted también se divorcie se incrementan en un 75%.
La razón es que usted se entera tanto de lo bueno como de lo malo del divorcio. Pero, según esos estudios, la gente casi siempre escucha las cosas buenas, los llamados ‘beneficios’, e ignora las cosas malas, la parte ‘deprimente’ del divorcio.
Lo mismo sucedió con Adán y Eva. Ellos escucharon sólo la parte ‘buena’ de la tentación de Satanás. Sansón sólo vio la parte ‘buena’ cuando Dalila buscó guardarle el secreto. Los hijos de Israel sólo vieron lo ‘divertido’ cuando adoraron a otros dioses.
De hecho, el diablo, el mundo, y nuestra carne, nos tientan con cosas que suenan increíblemente buenas, pero no lo son. Sólo es después que descubrimos que hemos sido engañados… y que Dios estuvo diciéndonos lo correcto todo el tiempo. Eso es lo que dice el autor de Proverbios: “Hijo mío, si los pecadores quieren engañarte, no vayas con ellos”.
Y otro proverbio que no está en la Biblia es: ‘Hijos míos, si Dios dice algo, créanle. Él es Dios y ustedes no lo son. Él sabe de lo que está hablando’.
¿Qué es lo que Dios dice? Él dice: ‘Que lo amemos de todo corazón y amemos a nuestro prójimo tanto como quisiéramos que nos amen a nosotros’. Esa clase de amor en acción no la encontrará en su vecindario o comunidad. Para encontrar tal amor sacrificado, tiene que volverse al Salvador cuya vida, muerte y resurrección, estuvieron dedicadas para ser entregadas a usted.
ORACIÓN: Señor Jesús, perdóname las veces que mis oídos han escuchado las tentaciones en lugar de confiar en ti. Envía tu Espíritu Santo para que mi mente entorpecida pueda finalmente comprender que tú y tu Palabra, son verdad. Pido esto en tu nombre. Amén.
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