Este pequeñito es un Coati de Sud América. Y a esta preciosa criatura exótica le gustan demasiado sus caricias a la hora de la siesta. ¡Cómo pide más me dio tanta ternura!
Si puso tanto cuidado en cada uno de nosotros, y si aún los detalles que parecen insignificantes para nosotros, Dios los conoce y no pasa nada por desapercibido, ¿por qué creer que no le importamos o que tiene cosas más importantes que atender?