Así también nosotros andemos en vida nueva. Romanos 6:4
El propósito del sacrificio expiatorio de Cristo fue que “nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia” (1 P. 2:24). Pedro no dice que Cristo murió para que pudiéramos ir al cielo, tener paz o experimentar el amor. Él murió para efectuar una transformación: Hacer santos de pecadores. La obra expiatoria de Cristo permite que una persona se aparte del pecado y que entre en una nueva forma de vida: Una vida de justicia.
El apóstol Pablo dijo- “Nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado” (Ro. 6:6).- Hemos muerto al pecado, de modo que ya no tiene poder sobre nosotros. Primera de Pedro 2:24 repite ese pensamiento. Nuestra identificación con Cristo en su muerte es un abandono del pecado y una nueva dirección en la vida.