Esta niña de siete años tiene el privilegio y el gran gusto de conocer a su recién nacida hermanita, por lo que en una noche ella se puso a cantarle y a arruyarla pero de tanto verla le gano la emoción y las lagrimas de felicidad.
Si puso tanto cuidado en cada uno de nosotros, y si aún los detalles que parecen insignificantes para nosotros, Dios los conoce y no pasa nada por desapercibido, ¿por qué creer que no le importamos o que tiene cosas más importantes que atender?