Esta niña de siete años tiene el privilegio y el gran gusto de conocer a su recién nacida hermanita, por lo que en una noche ella se puso a cantarle y a arruyarla pero de tanto verla le gano la emoción y las lagrimas de felicidad.
Abandonado a su suerte, el hombre se destruirá a sí mismo yendo tras placeres y deseos egocéntricos. Dios tiene un plan mejor para nosotros: dirigirnos hacia la libertad perfecta en Cristo, guiados por su tierna mano. Cuando nos desviamos, Él aprieta su mano y nos hace volver al buen camino.