En plena luz del día y en medio de la plaza uno a uno empezaron a salir de la nada un grupo de personas con instrumentos hasta formar toda una orquestra callejera para el deleite de todos los presentes.
Si puso tanto cuidado en cada uno de nosotros, y si aún los detalles que parecen insignificantes para nosotros, Dios los conoce y no pasa nada por desapercibido, ¿por qué creer que no le importamos o que tiene cosas más importantes que atender?