Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento.
Salmo 23:4 RV 1995
Yo soy una de esas personas altamente responsables que se toma demasiado trabajo y después se siente culpable cuando no lo puede hacer todo o las cosas no resultan como las esperaba. (¿Puede alguno de ustedes identificarse con esto?). Y nada más trajo esa gran verdad a mi atención que cuando murió mi mamá hace algunos meses.
Cuando mi papá murió, doce años antes, yo le prometí en su cama de agonía que cuidaría de mi mamá. De la mejor forma que yo pude, cumplí esa promesa. Sin embargo, después que ella murió me encontré analizando cada decisión que yo tomé durante los últimos meses/semanas/días de su vida. ¿Pude yo haber hecho algo más para que ella se sintiera más cómoda, prolongar su vida, disminuir sus preocupaciones, suplir sus necesidades?
La respuesta es que lo pude haber hecho – o tal vez no. Puede ser que nunca llegue a una respuesta clara a esas preguntas, aunque muchos me han asegurado que la cuidé bien y honré sus últimos deseos, los cuales escribió claramente. Sin embargo, mi mente todavía regresa a esos últimos minutos cuando yo sabía que ya se nos iba, y pienso cosas como: ¿Por qué no oré por ella un poco más, no le leí más Escrituras, no le canté sus himnos favoritos, no le susurré más palabras afirmativas?
Un día, mientras luchaba con estas preguntas, el Señor me llevó al Salmo 23 y me mostró que yo estaba tratando de usurpar Su lugar. Por fin entendí este mensaje – “Yo soy el que camina con mis hijos en el Valle de Sombra de Muerte, cargándolos a ellos si así tiene que ser. No es tu trabajo. Déjalo así.”
Desde entonces me he dado cuenta que a menudo me he salido de mis límites sanos, y he tratado de hacer por los demás lo que únicamente Dios puede hacer. Cumplir con nuestras responsabilidades es una cosa buena, pero ir más allá de los recursos que Dios nos ha dado, es dar un paso de arrogancia. Implica que nos estamos poniendo en los zapatos de Dios para tomar el control de la situación y hacer el trabajo que le corresponde a Él.
¡Guau! La verdad de que el Señor es nuestro Pastor, sigue ayudándome a guardar límites más sanos cuando me encuentro tratando de “resolver” todos los problemas de otra gente. Podemos justificar nuestra conducta y aún considerarnos personas extraordinarias por tratar de obtener resultados positivos. Pero lo más importante es que Dios es el único que nos puede salvar y guardar a cada uno. Es Él Quien nos da sanidad y carga con nosotros – aún en el Valle de Sombra de Muerte. Aprendamos a caminar en humildad ante Él y hagamos sólo lo que Él nos ha llamado y equipado para hacer… en Su Nombre.
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Yea, though I walk through the valley of the shadow of death, I will fear no evil; For You are with me
Psalm 23:4, NKJV
I’m one of those overly responsible people who takes on WAY too much and then feels guilty when I can’t do it all and/or things don’t turn out as expected. (Can anyone out there relate?) And nothing brought that truth closer to home than when my mom passed away a few months ago.
When my dad died twelve years earlier, I promised him on his deathbed that I would take care of Mom. To the best of my ability, I fulfilled that promise. However, after she died I found myself second-guessing every decision I made during her last months/weeks/days—even hours—of life. Could I have done more to make her more comfortable, prolong her life, ease her concerns, meet her needs?
The answer is that I might have—or not. I never came to a clear answer on those questions, I’m afraid, though I have been assured by many that I cared for her well and honored her end-of-life wishes, which she had clearly stated in writing. Still, my mind drifts back to those last minutes when I knew she was slipping away, and I think things like: Why didn’t I pray with her more, read her more scriptures, sing her favorite hymns, whisper more words of reassurance?
As I wrestled with those questions one day, the Lord took me straight to Psalm 23 and pointed out to me that I was trying to usurp His place. I’m the One who walks with my children through the Valley of the Shadow of Death, carrying them if need be. It isn’t your job. Leave it alone.
Since then I have come to realize how often I overstep my bounds and try to do for others what only God can do. Meeting our responsibilities is a good thing; going beyond that is a step of arrogance that says I can step into God’s shoes and do His job.
Whoa! That realization continues to stop me short when I find myself trying to “fix” people or situations. We may excuse that behavior and even consider ourselves extraordinary people for trying to achieve such results. But the bottom line is, God is the only One who saves and keeps us, who heals and carries us—even through the Valley of the Shadow of Death. May we learn to walk in humility before Him and do only what He has called and equipped us to do…in His Name.
Kathi Macias, popular speaker and prolific author, is an Angel-award winning writer who has published nearly thirty books, including her latest releases, Mothers of the Bible Speak to Mothers of Today (New Hope Publishers) and My Son John (a novel from Sheaf House). Whether keyboarding her latest book, keynoting a conference, or riding on the back of her husband’s Harley, Kathi “Easy Writer” Macias is a lady on a mission to communicate God’s vision. Her insightful words—filled with passion, humor and soul nourishment—refresh audiences from all walks of life. Join Kathi as she hosts “Write the Vision” every Thursday from 6—7 p.m. (Pacific Time) via THE International Christian Network (www.theicn.com). To learn more about Kathi or to book her for your next event, visit www.KathiMacias.com. Spanish translations by Cynthia Alcantara ([email protected]).