Cuando caemos en la mentira de que Dios necesita de nosotros, de nuestro tiempo, de nuestra atención, de nuestros diezmos…. todo se sale de perspectiva. Dios anhela estar con nosotros por lo que somo para Él, no por lo que le podamos dar.
Si puso tanto cuidado en cada uno de nosotros, y si aún los detalles que parecen insignificantes para nosotros, Dios los conoce y no pasa nada por desapercibido, ¿por qué creer que no le importamos o que tiene cosas más importantes que atender?