¡Dichosos los que confían en el Dios de Jacob, los que cuentan con la ayuda de Dios, el Señor! – Salmo 146:5

La población del mundo sigue creciendo. Sin embargo, cada vez vivimos más aislados. En las grandes ciudades ya son pocas las personas que conocen a sus vecinos. Entramos y salimos  como si fuéramos los únicos moradores de la cuadra o del edificio. Nuestros compañeros de trabajo y de escuela no son más que extraños.

Es por ello que, cuando surgen los problemas, las dudas y el sufrimiento, sentimos falta de una palabra amiga, de alguien que nos pueda extender una mano. Y cuánto sentimos la falta de alguien con quien poder charlar o incluso desahogarnos. Acordémonos que nuestro Padre celestial está siempre atento y jamás nos abandona. Gracias al sacrificio de Jesús, somos hijos de Dios. Como tales, él quiere que lo busquemos y promete siempre escucharnos y ayudarnos.

ORACIÓN: Señor, muchas veces nos sentimos débiles y desanimados en medio de los problemas de esta vida. Enséñanos a confiar solamente en ti. Ayúdanos, por amor a Jesucristo. Amén.

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