El mensaje de la cruz es una locura para los que se pierden; en cambio, para los que se salvan, es decir, para nosotros, este mensaje es el poder de Dios. 1 Corintios 1:18
Con un detector de metales, Ray se dedica a buscar cosas en la arena de las playas.
En la lista de cosas encontradas a través de los años, hay una moneda muy antigua y anillos de bodas. Pero nada se compara con su más reciente descubrimiento: un barco hundido.
Al comienzo todos pensaron que se trababa de un barco británico, el HMS Swift, pero este buque resultó ser más antiguo, como de los años 1600s, lo que lo convierte en el buque más antiguo jamás encontrado en la costa del estado de Carolina del Norte.
Puedo comprender el sentido de lo que Ray quiso decir, pero al hablar con los reporteros dijo algo que sonó inusual: “Hay tantos naufragios aquí, que es bello”.
Probablemente esté en lo correcto: para una persona que anda en busca de “cosas”, es maravilloso. Pero para la persona que estuvo envuelta en el naufragio no es para nada bello. Todo depende de la perspectiva de donde uno lo mire.
El comentario de Ray me hizo pensar en el texto bíblico de esta devoción. Pablo escribe: “El mensaje de la cruz es una locura para los que se pierden; en cambio, para los que se salvan, es decir, para nosotros, este mensaje es el poder de Dios”.
En otras palabras, la importancia de la cruz depende de la perspectiva desde donde uno la mira. Para el pecador convicto por su pecado y el alma no perdonada que vive en terror por lo que le espera después de la muerte, la cruz se convierte en un salvavidas, en su única fuente de esperanza.
Pero para los que piensan que están bien así como están… bueno, toda esta conversación sobre el sufrimiento y muerte de Jesús no es más que una tontería.
Perspectiva. Imagino que así permanecerá hasta el Día del Juicio, cuando todos coincidiremos en que la muerte y resurrección de Jesucristo fueron los hechos más importantes de toda la historia.
Incluso más importantes que encontrar un barco antiguo hundido.
ORACIÓN: Señor Jesús, te doy gracias por salvarme de la condena y el castigo eterno. Haz que mi vida refleje la paz que me has dado, y que el Espíritu Santo permita a otros ver tu sacrificio desde la perspectiva correcta. En tu nombre. Amén.
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