Hice una encuesta y le pedí a mis compañeros que identificaran los colores del arco iris, todos con una actitud muy segura, enlistaron los siguientes: Rojo, Naranja, Amarillo, verde azul y violeta. Sin embargo, cual fue la sorpresa de cada uno cuando compartí con ellos, lo que días antes había visto en un documental acerca de este tema.
Científicos explicaban que los colores que mis compañeros y probablemente usted también mencionó, son únicamente aquellos de menor porcentaje de la luz del espectro solar. Pero hay un color más en el arco iris el cual ellos describían como un azul, violeta muy suave, el cual es invisible al ojo humano, por lo tanto es necesario usar tecnología y objetos especiales para poder percibirlo. Explicaban además que esto ocurre en toda la naturaleza, las flores reflejan este color para atraer a las abejas y aún el rastro dejado por los roedores tiene este color. Si nuestros ojos pudiesen ver estos reflejos de luz, el Paisaje sería muy diferente.
Toda esta nueva y fascinante información me hizo recordar aquel paisaje espiritual del que habla la Biblia, que también es imperceptible al ojo humano. Me preguntaba ¿cuál sería nuestra actitud si nuestros ojos lograsen ver el cielo prometido con sus calles de oro y mar de cristal?, ¿y qué si nuestros ojos lograsen divisar la cantidad de ángeles que nos cuidan diariamente?
Creo de manera muy personal que si pudiésemos ver la mano de Dios y su protección, seriamos personas más seguras y confiadas y quizá la palabra estrés no sería tan común en estas épocas. Si tan sólo nuestros ojos lograsen percibir el cuidado que El tiene por nuestro porvenir y la grandeza de su poder, la duda no tendría lugar en nuestras vidas y temeríamos menos al futuro y seguramente creeríamos más en su poder.
Aunque no vemos la luz ultravioleta, ella está allí haciendo parte del paisaje, y aunque no vemos a Dios, El está ahí, regalándonos su cuidado, amor misericordia, perdón y protección. Un día dice la escritura que todo ojo le verá, y entonces diremos “valió la pena haber creído, aunque no veíamos”.
“Porque me has visto, has creído —le dijo Jesús—; *dichosos los que no han visto y sin embargo creen”. Juan 20:29 (NVI)
Dilean Cañas
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